17 jun 2004

Bien Merecido

Todo comenzó el 30 de Octubre de 1960, cuando a las 7 de la mañana Doña Tota daba a luz a Diego en una clínica de Lanús. La alegría en la familia Maradona era inmensa, ?pelusa? había cortado la serie de cuatro hijas consecutivas y por fin el varón llegaba a casa.
Diego crecía y el fútbol a su lado lo acunaba, primero Cebollitas, luego Argentinos Juniors lo fueron mimando. Su zurda mágica asombraba y pronto su sueño de jugar en Boca se convertía en realidad. La selección se acercaba y su juego bonito hacia que Menotti lo convocara. Sin embargo cuando menos lo esperaba, el Mundial 78 lo dejaba de lado y Diego derramaba las primeras lágrimas de su carrera.
Luego de su traspié mundialista, Pelusa volvió con todo, con gambetas y goles tuvo su revancha esperada en el Campeonato Juvenil del 79, cuando levantaba la Copa y le demostraba a todo el mundo, que el nacido en Villa Fiorito ya no era una promesa sino un verdadero crack.
Comenzada la década del 80, Diego dejaba al conjunto de la Paternal, para llegar a Boca Juniors, donde lograría lucir a fuerza de goles su primer título nacional. El Metropolitano del 81` lo consagraba no solamente campeón, sino también goleador.
Llegaba un nuevo mundial y esta vez, Diego iba a ser miembro de este campeonato, su fútbol no lució y las cosas no salieron bien ni para él, ni para la selección. Iban a pasar sin pena ni gloria por España 82, sufriendo con Brasil una eliminación inesperada.
El viejo continente le abría las puertas, el Barcelona de España lo esperaba para que su estilo sudamericano se luzca en Europa y lleve al equipo catalán a lograr un título que se le negaba desde años. Pero Diego pasaría por varias pesadillas, primero una hepatitis lo dejaría fuera de las canchas por tres meses, su regreso lo deseaban miles de fanáticos, se reponía y conquistaba su primer título en España. Más tarde una grave lesión en el tobillo izquierdo lo alejaría nuevamente de los estadios. A esto se le agregaba la mala relación con el presidente del club y la poca paciencia del publico catalán. En poco tiempo, Diego pasaba de ídolo a villano.
Pero apareció la barita mágica y ?Pelusa? se iba al Nápoli de Italia, donde sus gambetas, quiebres y pisadas, iban a ser fundamentales en la historia de ese club. Su romance con el cuadro italiano no terminaría jamás y perduraría para toda la vida.
Volvería a festejar en el Mundial 86 con la famosa ?Mano de Dios? y a llorar en el 90 con el penal dudoso del árbitro Codesal. Su vida se tornaba traumática y escandalosa. Involucrado en las drogas fue sancionado y luego liberado. Sus vínculos afectivos lo aferraban y así pasaban Sevilla de España y Newell`s. Casi recuperado llegó al Mundial de USA 94, todo estaba preparado para la gran fiesta, Argentina llegaba como favorita y Diego entonado por ganar un nuevo título mundial mantenían las esperanzas de levantar la Copa del Mundo. Pero un nuevo control antidoping terminaba con las ilusiones del ?10? que caía entre las garras del poder.
A Diego le cortaban las piernas y su talento se acababa. Sin embargo este creador de magia y de pasión, no se iba a retirar del fútbol sin ser despedido como un verdadero gladiador.

Mauro Trivilino.

1 comentario:

Daniel dijo...

Muy buena Mauro, seguí así!!!!